Premisas para disfrutar de tu cerveza y aprovechar sus propiedades medicinales


Los argentinos disfrutan de tomar cerveza. Las publicidades de esta bebida popular colapsan en las pantallas y en la vía pública. Ya sea con amigos, a la salida del trabajo en un after office o en reuniones familiares, la mayoría de los argentinos toman cerveza. Muchos la toman, principalmente, por su refrescante sabor, pero además la cerveza es rica en vitaminas, proteínas, ácido fólico y antioxidantes. Sin embargo, podemos mejorar la calidad al degustar nuestra cerveza!

Un estudio del sector publicado por Cerveceros Argentinos -la cámara que agrupa a las principales productoras locales de cerveza y malta de cebada- reveló que en nuestro país se consumen 43 litros per cápita al año.

Dentro del ranking mundial del consumo de cerveza per cápita, Argentina se ubica en el puesto 72. El primer lugar pertenece a República Checa (147 litros), seguido por Alemania (111 litros). Las cifras de Cerveceros de España, que establecen su consumo en 48,3 litros per cápita en 2017.

Pero no solo se ha incrementado su ingesta, sino, el interés por la cultura de cerveza. Tanto es así, que el perfil de consumidor de esta bebida se está volviendo cada vez más exigente y muestra un mayor interés por aprender sobre ella. Servirla es un arte y muchos metemos la pata hasta el fondo.

Ya sé, ya sé, como todo en la vida, se puede aprender; ese es el leitmotiv de este artículo. No obstante, antes de darte las claves para que ese trago de zumo de cebada te sepa realmente a gloria permíteme apelar a tu responsabilidad porque a pesar de su fama de bebida saludable (con importantes beneficios probados), y de que haya pasado a formar parte de los denominados ‘alimentos funcionales’, a la hora de consumir alcohol no hay riesgo cero.

Un estudio realizado por el Hospital Clínic, las Universidades de Barcelona y Málaga y el Instituto de Salud Carlos III, concluyó que las personas que consumían cerveza habitualmente de forma moderada presentaban una menor incidencia de diabetes mellitus e hipertensión, así como unas cifras de colesterol HDL (bueno) mayores que los no bebedores.

Por si no ha quedado claro, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), su consumo moderado dentro de una dieta equilibrada tiene efectos positivos para la salud. Diversos estudios han probado sus beneficios cardiovasculares, de salud ósea y hasta contra la obesidad.

Para los que continúan emperrados en que engorda: El aporte calórico puede variar según los distintos tipos de cerveza y su contenido en hidratos de carbono, pero oscila en torno a las 45 kcal/100 ml de la cerveza tradicional y las 17 kcal/100 ml de la cerveza sin alcohol.

Dicho esto, vamos al grano. Fernando Iglesias, responsable de Cultura de Cerveza de Estrella Galicia, nos da las pistas para poder degustar una cerveza. Bueno mejor dicho, nos cuenta lo que no debemos hacer para fastidiar las propiedades y el sabor de este famoso brebaje.

1.- Servirla muy fría

Beber la cerveza helada, aunque es una práctica bastante extendida, no es recomendable. El frío inhibe los receptores gustativos de la lengua e insensibiliza el paladar, impidiendo disfrutar de muchos de los matices de la cerveza.

De hecho, cada cerveza tiene su temperatura. Por ejemplo, las cervezas suaves pueden beberse más frías, aunque nunca heladas. Sin embargo, las más intensas y con mayor complejidad han de servirse a temperaturas ligeramente superiores.

Incluso algunos de los carbohidratos que contiene la cerveza te benefician al ser en forma de fibra soluble.

2.- No tomarla en copa

Aunque habrá momentos en los que no será posible utilizarla, la cerveza se disfruta mucho más servida en una copa. Además, hay copas adecuadas para cada una de las variedades que ayudan a maximizar el sabor, reteniendo o liberando aromas, según el caso.

3.- Echarla rápido y de golpe

¡No, hombre, no! Des-pa-ci-to. Las prisas en este caso son muy malas consejeras. ¿Te suena de algo lo del ‘Encaje en la copa’? Si eres muy cervecero, seguro. Sino, te cuento, los expertos aconsejan realizar una prueba muy sencilla: inclinar el vaso para ver si la espuma se adhiere a las paredes de la copa. Esas marcas que deberían aparecer se llaman “encaje de Bruselas” y se consideran un signo de que una copa está bien limpia y la cerveza bien cuidada.

Una cosa más, según apunta Iglesias, el orden de los factores SÍ altera el resultado. A la hora de probar diferentes cervezas, siempre es mejor empezar por la más suave y terminar por la más intensa. Así será más fácil poder ir identificando matices a la hora de degustarla. Otra alternativa es ordenarlas por color, lo que permite probar la cerveza jugando con un criterio diferente.

Ya para rematar, en personas sanas y fuera de la gestación, los expertos insisten en la importancia de que el consumo de la cerveza se haga de forma moderada: en el caso de las mujeres, una o dos cervezas al día; en los hombres, dos o tres.

Pues, ¡hala! Ya lo tienes. Ponte a practicar y verás como aprendes a tirar bien la cerveza. Yo prometo aplicarme un poco más también.

Mas info: cienradios, yahoo-
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